La elección del concepto
de naturaleza en la teoría crítica, puede denotar una visión idealista de la
teoría crítica, porque "concepto", para el positivismo, es una
categoría vacía, a la espera de que el experimento cristalice su significado, su valor, expresado por la función de la variable "y" dependiente de la variabilidad en "equis".
Por el
contrario, en la teoría crítica, tiene un significado como abstracción lógica,
reflejo de la realidad material, dos caras existentes y sólo separables por
medio de la abstracción intelectual pero inseparables en la realidad material.
En cambio el positivismo sostiene la objetividad del concepto y por tanto
cosifica dicha categoría. Dirá Horkheimer, en La crítica de la razón
instrumental, (1969. pág.57) "En el pragmatismo, por pluralista
que pueda parecer, todo se convierte en mero objeto y por ello en última
instancia en una sola y la misma cosa, en un elemento en la cadena de medios y
efectos.".
Esta reflexión de
Horkheimer permite abordar el concepto de naturaleza desde la llamada de
atención que implica la metodología científica y apunta a tal necesidad de
establecer, de explicar los procedimientos que pretendemos llevar a cabo a la
hora de estudiar la relación entre naturaleza y dominación. Este conflicto
entre el hombre y la naturaleza es crucial para la crítica del positivismo
lógico, pues ilustra la separación ahistórica que le concede dicha posición
filosófica a la dominación del hombre como fenómeno sensible y distante,
a la vez que distinto, del de la dominación de la naturaleza. (Horkheimer, Max:
La dialéctica de la Ilustración, 1969, pág. 70) “No es que el alma sea
introyectada en la naturaleza, como quiere hacer creer el psicologismo; el
maná, el espíritu movente, no es una proyección, sino el eco de la superioridad
real de la naturaleza en las débiles almas de los salvajes.
La separación entre lo
animado y lo inanimado, la ocupación de determinados lugares con demonios y
divinidades brota ya de este preanimismo. En él está ya dada la separación
entre sujeto y objeto. Si el árbol no es considerado ya sólo como árbol, sino
como testimonio de otra cosa, como sede del maná, el lenguaje expresa la
contradicción de que una cosa sea ella misma y a la vez otra distinta de lo que
es, idéntico y no idéntico.
Mediante la divinidad el lenguaje se convierte
de tautología en lenguaje.. El concepto, que suele ser definido como unidad
característica de lo que bajo él se halla comprendido, fue, en cambio, desde el
principio el producto del pensamiento dialéctico, en el que cada cosa sólo es
lo que es en la medida en que se convierte en aquello que no es.
Ésta fue la forma
originaria de la determinación objetivamente, en la que concepto y cosa se
separaron recíprocamente; la misma determinación que se encuentra ya muy
extendida en la epopeya homérica y que se invierte en la ciencia moderna
positiva. Pero esta dialéctica sigue siendo impotente en la medida en que se
desarrolla a partir del grito de terror, que es la duplicación, la tautología
del terror mismo.
Los dioses no pueden
quitar al hombre el terror del cual sus nombres son el eco petrificado. El
hombre cree estar libre del terror cuando ya no existe nada desconocido. Lo
cual determina el curso de la desmitologización, de la Ilustración, que
identifica lo viviente con lo no viviente, del mismo modo que el mito
identifica lo no viviente con lo viviente. La Ilustración es el temor
mítico hecho radical. La pura inmanencia del positivismo, su último producto,
no es más que un tabú en cierto modo universal. Nada absolutamente debe existir
fuera, pues la sola idea del exterior es la genuina fuente del miedo.”
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