martes, 20 de diciembre de 2011

EL CONCEPTO DE NATURALEZA EN LA TEORÍA CRÍTICA



La elección del concepto de naturaleza en la teoría crítica, puede denotar una visión idealista de la teoría crítica, porque  "concepto", para el positivismo, es una categoría vacía, a la espera de que el experimento cristalice su significado, su valor, expresado por la función de la variable "y" dependiente de la variabilidad en  "equis".

 Por el contrario, en la teoría crítica, tiene un significado como abstracción lógica, reflejo de la realidad material, dos caras existentes y sólo separables por medio de la abstracción intelectual pero inseparables en la realidad material. En cambio el positivismo sostiene la objetividad del concepto y por tanto cosifica dicha categoría. Dirá Horkheimer, en La crítica de la razón instrumental, (1969. pág.57) "En el pragmatismo, por pluralista que pueda parecer, todo se convierte en mero objeto y por ello en última instancia en una sola y la misma cosa, en un elemento en la cadena de medios y efectos.".

Esta reflexión de Horkheimer permite abordar el concepto de naturaleza desde la llamada de atención que implica la metodología científica y apunta a tal necesidad de establecer, de explicar los procedimientos que pretendemos llevar a cabo a la hora de estudiar la relación entre naturaleza y dominación. Este conflicto entre el hombre y la naturaleza es crucial para la crítica del positivismo lógico, pues ilustra la separación ahistórica que le concede dicha posición filosófica  a la dominación del hombre como fenómeno sensible y distante, a la vez que distinto, del de la dominación de la naturaleza. (Horkheimer, Max: La dialéctica de la Ilustración, 1969, pág. 70) “No es que el alma sea introyectada en la naturaleza, como quiere hacer creer el psicologismo; el maná, el espíritu movente, no es una proyección, sino el eco de la superioridad real de la naturaleza en las débiles almas de los salvajes.
La separación entre lo animado y lo inanimado, la ocupación de determinados lugares con demonios y divinidades brota ya de este preanimismo. En él está ya dada la separación entre sujeto y objeto. Si el árbol no es considerado ya sólo como árbol, sino como testimonio de otra cosa, como sede del maná, el lenguaje expresa la contradicción de que una cosa sea ella misma y a la vez otra distinta de lo que es, idéntico y no idéntico.
 Mediante la divinidad el lenguaje se convierte de tautología en lenguaje.. El concepto, que suele ser definido como unidad característica de lo que bajo él se halla comprendido, fue, en cambio, desde el principio el producto del pensamiento dialéctico, en el que cada cosa sólo es lo que es en la medida en que se convierte en aquello que no es.
Ésta fue la forma originaria de la determinación objetivamente, en la que concepto y cosa se separaron recíprocamente; la misma determinación que se encuentra ya muy extendida en la epopeya homérica y que se invierte en la ciencia moderna positiva. Pero esta dialéctica sigue siendo impotente en la medida en que se desarrolla a partir del grito de terror, que es la duplicación, la tautología del terror mismo.
Los dioses no pueden quitar al hombre el terror del cual sus nombres son el eco petrificado. El hombre cree estar libre del terror cuando ya no existe nada desconocido. Lo cual determina el curso de la desmitologización, de la Ilustración, que identifica lo viviente con lo no viviente, del mismo modo que el mito identifica lo no viviente con  lo  viviente. La Ilustración es el temor mítico hecho radical. La pura inmanencia del positivismo, su último producto, no es más que un tabú en cierto modo universal. Nada absolutamente debe existir fuera, pues la sola idea del exterior es la genuina fuente del miedo.




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